Mujeres en el renacimiento : Sofonisba Anguissola 


El renacimiento se caracteriza por ser una época en la que los hombres comenzaron a buscar nuevas ideas y supuso una serie de drásticos cambios en los ámbitos político, económico, social y religioso. Estos cambios supusieron una separación de los ideales medievales donde el ser humano expandió sus horizontes mas allá de la religión y se situó a si mismo como dueño de sus acciones. Surge el antropocentrismo, donde el hombre se admira a si mismo ,se coloca como centro del universo y se defiende la dignidad propia del ser humano. Sin embargo, estos cambios sociales parecieron afectar únicamente a los hombres, ya que la concepción que se tuvo de las mujeres no varió mucho de la que se tenía en la edad media.



Si bien el hombre experimentó el aumento de sus libertades, la mujer no llegó a vivir estos cambios de la misma manera, ya que debía seguir siendo sumisa y obediente.
Luis Vives identificó los atributos ideales de la mujer renace como “La virginidad, la belleza, la abstinencia y el cumplimiento de los deberes matrimoniales”, y tanto él como Fray Luis de León indicaban que las mujeres deberían evitar cualquier tipo de literatura que pudiera llevarlas por “el mal camino” como por ejemplo los libros de caballería o que pudieran implantar ideas inapropiadas para la mujer. Esta idea generalizada de desprecio hacia la mujer se debía debido a que seguía siendo considerada la que originó el pecado y la que permitió que la muerte entrara al mundo.


A pesar de la represión que siguió viviendo la mujer durante esta época, hubo ciertas mujeres que lograron dedicarse al arte, el cual era considerado una actividad de hombres. No todas recibieron reconocimiento por su obra en vida, pero con el paso del tiempo se han podido recuperar muchos nombres de artistas que habían sido desconocidas durante siglos.
A continuación veremos la vida y obra de diferentes mujeres que lograron dedicarse al arte durante el renacimiento.




Sofonisba Anguissola
Nació en Cremona en 1532, en una familia noble. Ella, junto a sus cinco hermanas, fue educada en la pintura desde pequeña. La joven artista comenzó a ser formada en el taller de Bernardino Campi y posteriormente con Bernardino Gatti.[1]
La enseñanza que se les impartió a ella y a sus hermanas fue polémica, debido no solo a su condición de mujeres sino de damas de la nobleza. La educación que recibió fue algo diferente que la que recibieron sus compañeros varones en el taller. Ellos se dedicaban a copiar cuadros mitológicos de otros autores donde se apreciaban cuerpos desnudos y rasgos expresivos, mientras que ellas tuvieron que conformarse con imitar las obras de su maestro, o las que colgaban en las iglesias de la ciudad. Ya que debido a su nobleza no se le tenía permitido a Sofonisba dibujar a gente de baja extracción, tuvo que pintarse a si misma una y otra vez. También retrató a los miembros de su familia con frecuencia.
Se considera que estas limitaciones que Sofonisba pasó durante su aprendizaje dotaron a su obra de una cercanía y de una espontaneidad que no tenían ninguno de los maestros varones de su época.




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En 1550 Anguissola cumplió los dieciocho años y realizó una obra completamente sola por primera vez sin ser guiada por ninguno de sus maestros. Se trataba de un retrato de su maestro, Bernardino Campi, que a su vez la estaba retratando a ella. Se trata de una obra llena de reconocimiento y orgullo que la sitúa como maestra y dama elegante a su vez. La parte con la que mas dificultades tuvo fueron las manos, las cuales tuvo que corregir repetidas veces.[2]


Mientras su formación en el taller de Bernardo Gatti, Anguissola fue descubierta por el arquitecto, pintor y escritor italiano Giorgo Vasari, quien reconoció su talento y formación en una de sus obras: “Las vidas de los mas excelentes pintores, escultores y arquitectos”.
A los veintidós años viajó a Roma, ciudad donde se concentraba la actividad artística. Aquí es donde conoció al mismísimo Miguel Ángel. Éste le pidió que dibujara a un niño llorando, y ella dibujó un “Niño mordido por un cangrejo”. Tras ver esta obra, Miguel Ángel reconoció el talento de Sofonisba, y a sus setenta y nueve años decidió cuidar de ella como pintora y ofrecerle una educación “informal” durante dos años.[3]

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Sofonisba Anguissola, Isabel de Valois, 1565. Museo del Prado, Madrid

También el gran Papa mecenas Julio III resultó admirado por el talento de la joven pintora y le solicitó un autorretrato para añadirlo a su colección.



Si bien es cierto que Sofonisba contó con mas coraje y apoyo que el resto de las mujeres de la época, siguió sin tenerlo fácil.
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Sofonisba Anguissola, Infanta Catalina Micaela, h. 1591. Pollok House, Glasgow

Sofonisba se centró en encontrar un nuevo estilo de retratos, en los que los personajes tuvieran poses mas informales.
Es aquí cuando dará comienzo su auténtica “carrera profesional” Fue una maestra de éxito y viajó constantemente a ciudades cercanas para retratar a caballeros nobles y a damas.
Al ser una dama virtuosa, a Sofonisba no se le tenía permitido cobrar por sus obras, ya que eso era propio de mujeres de la clase baja y prostitutas. En lugar de dinero, Sofonisba recibía regalos de lujo por sus cuadros.




Sofonisba dejó de pintar a los 80 años, cuando sus problemas de vista la habían dejado casi ciega. En 1623, la visitó el pintor flamenco, Anton Van Dyck quien pintó varios retratos de ella a principios de 1600.[5]


A pesar de la fama que recibió en vida, muchas de sus obras fueron atribuidas a pintores varones, y es ahora cuando se han comenzado a descubrir cuales eran realmente sus obras.
Sofonisba dejó un legado de pintoras que seguirián sus pasos, enfrentándose a los prejuicios de la época.


Realizado por : Marina Álvarez 

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